Tuesday, November 15, 2016

El matrimonio en el siglo XXI: ¿podría ser más viable con la psicología espiritual de vanguardia?


¿Quién no ha oído hablar de las estadísticas en continuo ascenso sobre matrimonios echados a perder? Parece que cada vez duran menos, y las familias parecen estar destinadas a sufrir el trauma y el dolor de las rupturas y los divorcios. Obviamente, nos preocupa el efecto que esto tiene en nuestros hijos, pero sin duda la pareja también soporta muchas consecuencias dolorosas. A medida que vemos cómo crecen las cifras y observamos a nuestros amigos y familia atravesar el proceso de dividirse en dos, se hace oír cada vez más la pregunta de si se puede hacer algo al respecto.

Historia, religión, sexo y dinero

Históricamente, y en particular en los años 60, según avanzaba gradualmente la sociedad desde una posición patriarcal a una que podríamos llamar ligeramente más igualitaria, las cifras de divorcio comenzaron a crecer a medida que cada vez más mujeres se veían capaces de obtener una formación y tener una profesión, o incluso simplemente «trabajos» fuera del hogar.

Junto con el patriarcado, la religión organizada también sufrió un golpe, particularmente en el mundo occidental, cuando un número de personas cada vez mayor comenzó a rechazar las normas que les habían mantenido seguras dentro de los confines del sagrado matrimonio.

Además, a medida que el movimiento de las mujeres tomaba impulso biológicamente y, por tanto, sexualmente, las mujeres se liberaron de tener que permanecer con un solo hombre con la llegada de la píldora durante aproximadamente el mismo marco temporal. La doble moral empezó a perder poder y, con ello, las mujeres emprendieron una carrera con el propósito de demostrar al mundo que podrían vivir igual de libres que los hombres.

Entre mediados y finales de la década de los 70, las mujeres también comenzaron lentamente a cobrar sueldos que hacían que para ellas fuera factible cuidar de sí mismas y de sus hijos si fuera necesario, sin requerir necesariamente la ayuda de un hombre. (Antes de que te pongas a enviar correos de indignación, ten en cuenta, por favor, que con esto solamente estoy esbozando los contornos de un cuadro. Está claro que muchas mujeres todavía no están en semejante posición porque los sueldos todavía no están equilibrados en la balanza situada entre los sexos, pero a los efectos de este artículo, digamos que para algunas mujeres ha llegado a ser posible).

Medios de comunicación
Los medios de comunicación también tuvieron su parte en los años 70 y 80, presentando series como «Sexo en Nueva York» en vez de las comedias realistas populares de los años 50. En el cine, «Kramer contra Kramer», una película apartada de los viejos estándares de «Alta Sociedad (High Society)», hizo que se nos saltaran las lágrimas. Las revistas ilustradas como Cosmopolitan daban consejos a las jóvenes sobre cómo tener orgasmos con ligues de una noche en vez de enseñarles cómo organizar una recepción de boda, y se publicaban por docenas libros cuyo tema central era el de la mujer libre de las restricciones de una sociedad dominada por los hombres. Más tarde, en la película «Cuando un hombre ama a una mujer», Meg Ryan y Andy García nos hicieron ver la codependencia, y la posterior cinta «Cegados por el deseo» (Closer), con Julia Roberts y Nathalie Portman, nos hizo mirar más detenidamente a los triángulos amorosos.
Por último, los medios nos hicieron ver a gran escala que entre las personas prominentes, ya fueran políticos o famosos del mundo del cine, las artes y las altas finanzas, las mujeres podían casarse y volver a casarse, o no casarse en absoluto, y tener hijos por ellas mismas con uno o varios hombres, o incluso adoptarlos sin la ventaja del matrimonio.

Matrimonio viejo, matrimonio nuevo
En dos palabras: está claro que la vieja idea del matrimonio ya no funciona, principalmente porque ya no encaja en la manera en que ha cambiado y evolucionado el mundo; pero no han salido nuevas ideas para el matrimonio, por lo menos ninguna que muestre signos reales de funcionar.
Gary Zukav (El asiento del alma), defensor de la psicología espiritual, sugiere que una de las principales razones por las que las relaciones, uniones y matrimonios ya no funcionan es que aunque intentemos poner en ellos nuestras ideas recién halladas, con la esperanza de que con ellas funcionen una vez más las relaciones, en cuanto volvemos a casarnos recaemos en nuestros viejos patrones patriarcales de una manera casi debilitadora, como si estos patrones fueran inherentes a la propia institución del matrimonio. ¿Cuántas parejas no han expresado el sentimiento de que su relación iba bien mientras vivían juntos y que solo empezó a ir cuesta abajo cuando decidieron casarse?
Zukav no está recomendado burlonamente que no nos casemos y esperemos que solo por vivir juntos todo irá bien. Nada de eso. Sin embargo, está sugiriendo que la vieja institución del matrimonio está revestido con patrones muy profundos, y que para quitarlos y poner otros en su lugar tenemos que considerar los mismísimos cimientos de lo que creemos que es un matrimonio.
Unión con el propósito de crecer
La unión con el propósito de la procreación y la supervivencia, en la que las dos partes no se ven necesariamente a sí mismas como iguales, es una manera de describir el viejo patrón. La unión con el fin de recibir amor y ser felices es otra manera de describir el viejo patrón. El gran mitólogo Joseph Campbell (An Open Life) dijo que la gente piensa que las relaciones consisten en la felicidad. Pero no es así. Consisten en la transformación: «Es a través de la relación como tiene lugar el desarrollo de cada uno» (El héroe de las mil caras).
Gary Zukav sugiere que el nuevo patrón sea una relación entre iguales con el crecimiento espiritual como propósito. Lo que esto significa realmente es que empiezas a darte cuenta de que lo importante para el bienestar de la relación es exactamente lo mismo que se necesita para tu propio crecimiento espiritual. Cada parte posee las piezas que le faltan a la otra. Si estás enfadado, desconfiado o celoso, por ejemplo, entonces estos sentimientos provocan algo en tu pareja que tiene que ser sanado, y eso es precisamente lo que se está reflejando en ti. Así pues, empiezas a ver la importancia de la interacción de tu pareja contigo para tu desarrollo (y viceversa).
El crecimiento espiritual no significa ir a la iglesia o rezar (aunque desde luego puedes hacerlo si así lo deseas), ni significa que la importancia de la unión y el contacto físico se minimice; más bien al contrario: la engrandece. (Consulta mi artículo Energía Sexual: No Entenderla Puede Ser Peligroso). Sin embargo, el crecimiento espiritual sí significa que la idea de que ambas partes están en la relación para crecer (y amar, confiar, disfrutar, etc., pero siempre mirando hacia el crecimiento) se convierte en el denominador común de la relación.
Eckhart Tolle (El poder del ahora) lo presenta en términos ligeramente distintos. Dice que cuando la relación no funciona, se está sacando a la luz lo que en cada una de las partes de la pareja aun no había llegado a ser consciente. En esencia, Tolle quiere decir que siendo plenamente consciente de lo que ocurre cuando hay dificultades, la relación se convierte en tu práctica «espiritual», y a través de tu conocimiento empiezas a reaccionar de forma diferente (es decir, conscientemente), y ahí es donde reside el crecimiento.

Del conflicto a la transformación
Nick Duffel y Helena Lovendal (Sex, Love and the Dangers of Intimacy) y Eva Pierrakos (The Pathwork of Self-Transformation) sugieren cosas similares. Se refieren al concepto algo esotérico de la relación como educadora o camino espiritual que al final conduce a un proceso de transformación para ambas personas. Ello aporta a la relación un propósito que difiere inmensamente del modelo patriarcal o del de la religión organizada. Duffel y Lovendal creen que una relación se deshace (con conflicto) con un propósito muy específico, para que desarrolle una fuerte carga para volver a estar unida otra vez alquímicamente hablando, a nivel físico, psicológico y en todos los niveles, a medida que crece la relación.
¿Se puede hacer esto en un día? Desde luego que no. Primero tienes que estar dispuesto incluso a mirar a la relación como algo más que una manera de tener a otra persona para que seas feliz (consulta mi artículo Relaciones Comprometidas). Luego, tendrías que mantener una conversación con tu pareja para ver qué le parecen algunas de las ideas expresadas aquí. Después puedes ponerte a trabajar. Podrías comenzar por leer algunos de los libros mencionados u otros similares, asistir a talleres, ver a un terapeuta, aprender a hacerte consciente y aprender que siempre tienes elección (consulta mi artículo Eligiendo Alternativas: Haciéndonos Responsables por Nuestras Vidas).
¿Qué pasa si eres joven, nunca has estado casado y no te gusta lo que has visto por ahí? Tus padres, los amigos de tus padres… Ves a muchas personas infelizmente casadas o divorciadas. A lo mejor las ideas expresadas aquí te aportan nuevas percepciones. El matrimonio no es solo para ser feliz, tener una casa, 1,85 hijos y vivir juntos y felices para siempre. Existe un propósito con un alcance mucho mayor. Los clientes que acuden a mi consulta y me cuentan que no están en una relación pero están considerándolo porque han conocido a alguien, no reciben sino ánimos por mi parte. ¿Por qué? Porque estar en una relación es la segunda forma más rápida de crecer; estar en una relación comprometida, la más rápida.
Vida interior en flujo constante
Si estás en un matrimonio que va dando tumbos, tal vez quieras considerar las ideas señaladas en este artículo. No olvides que tu vida interior fluye constantemente, incluida tu manera de pensar en las relaciones. Las personas no maduran una vez para quedarse así el resto de sus vidas. Del mismo modo, no se casan o entran en una relación comprometida para mantener el matrimonio o la relación exactamente como lo era el día de la boda o compromiso. Por lo tanto, no hay razón por la que no puedas cambiar tus ideas sobre las uniones y mirar en otras direcciones dentro de los parámetros de tu relación actual con tu pareja. Imagina que te haces con unas gafas o lentillas más potentes. Imagina cómo te ayudan a ver el mundo con mayor precisión y claridad. Pues también puedes hacerte con otra perspectiva del propósito real de tu matrimonio considerando el contenido de este artículo. La profunda satisfacción intrínseca y felicidad derivadas del crecimiento psicológico, emocional y espiritual no tiene parangón.

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